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La Iglesia y el trabajo humano (página 2)



Partes: 1, 2

Respecto a la huelga, se
considera moralmente legítima cuando constituye un recurso
inevitable, si no necesario para obtener un beneficio
proporcionado. Resulta moralmente inaceptable cuando va
acompañada de violencias o también cuando se lleva
a cabo en función de
objetivos no
directamente vinculados con las condiciones del trabajo o
contrarios al bien común.

Asimismo, es injusto no pagar a los organismos de seguridad
social las cotizaciones establecidas por las autoridades
legítimas.

La privación de empleo a causa
de la huelga es casi siempre para su víctima un atentado
contra su dignidad y una
amenaza para el equilibrio de
la vida. Además del daño
personal
padecido, de esa privación se derivan riesgos
numerosos para su hogar (cf LE 18).

El Documento de Aparecida (2007) describe (120- 122) la
importancia que los Obispos latinoamericanos otorgan al trabajo
señalando que éste se vincula con la
creación ya que "en la belleza de la creación, que
es obra de sus manos, resplandece el sentido del trabajo como
participación de su tarea creadora y como servicio a los
hermanos y hermanas. Jesús, el carpintero (cf. Mc 6, 3),
dignificó el trabajo y
al trabajador y recuerda que el trabajo no es un mero
apéndice de la vida, sino que "constituye una
dimensión fundamental de la existencia del hombre en
la tierra",
por la cual el hombre y
la mujer se
realizan a sí mismos como seres humanos. El trabajo
garantiza la dignidad y la libertad del
hombre, es probablemente "la clave esencial de toda "la
cuestión social"".

Asimismo señalan que "Damos gracias a Dios porque su
palabra nos enseña que, a pesar de la fatiga que muchas
veces acompaña al trabajo, el cristiano sabe que
éste, unido a la oración, sirve no sólo al
progreso terreno, sino también a la santificación
personal y a la construcción del Reino de Dios. El desempleo, la
injusta remuneración del trabajo y el vivir sin querer
trabajar son contrarios al designio de Dios. El
discípulo

y el misionero, respondiendo a este designio, promueven la
dignidad del trabajador y del trabajo, el justo reconocimiento de
sus derechos y de sus
deberes, y desarrollan la cultura del
trabajo y denuncian toda injusticia. La salvaguardia del domingo,
como día de descanso, de familia y culto
al Señor, garantiza el equilibrio entre trabajo y reposo.
Corresponde a la comunidad
crear estructuras
que ofrezcan un trabajo a las personas minusválidas
según sus posibilidades".

Alabamos a Dios por los talentos, el estudio y la
decisión de hombres y mujeres para promover iniciativas y
proyectos
generadores de trabajo y producción, que elevan la condición
humana y el bienestar de la sociedad. La
actividad empresarial es buena y necesaria cuando respeta la
dignidad del trabajador, el cuidado del medio ambiente
y se ordena al bien común. Se pervierte cuando, buscando
solo el lucro, atenta contra los derechos de los trabajadores y
la justicia."

LA IGLESIA Y EL
TRABAJO

 El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia
recientemente publicado dedica un capítulo al trabajo
humano, e intenta explicar su significado más
profundo.

Encabezando el capítulo hay una explicación de
lo que la Biblia ha dicho sobre el trabajo. En el Génesis,
Dios confía al hombre la tarea de ejercitar dominio sobre la
creación. «El trabajo es parte del estado
original del hombre y precede a su caída; no es pues un
castigo o una maldición», observa el compendio (No.
256).

El trabajo se ha asociado con el dolor y esfuerzo como
resultado del pecado
original. Sin embargo debería considerarse como algo digno
de mérito puesto que nos permite proveernos de los
elementos materiales que
necesitamos, insiste el compendio.

Al mismo tiempo, el
compendio advierte contra el colocar el trabajo en el
vértice de nuestras actividades. «El trabajo es
esencial, pero es Dios -y no el trabajo – quien está en el
origen de la
vida y en el objetivo final
del hombre» (No. 257). En este contexto el establecimiento
del descano del Sabbath es importante, porque da la oportunidad
de reenfocarse hacia Dios.

En el Nuevo Testamento, uno encuentra el ejemplo de
Jesús, que llevó a cabo la tarea del trabajo
manual como
carpintero. Jesús denigra al criado que esconde su talento
en la tierra y
describe su propia misión
como la de trabajar (Juan 5:17). Pero Jesús también
nos enseña a buscar los tesoros del cielo que duran, en
vez de los que son perecederos (Marcos 6:19-21).

Jesús revela más adelante que el trabajo no es
sólo participación en la creación, sino
también en la labor de redención. «Quienes
toleran los difíciles rigores del trabajo en unión
con Jesús cooperan, en un cierto sentido, con el Hijo de
Dios en su labor de redención y muestran que son
discípulos de Cristo que cargan con su cruz» (No.
263).

De hecho, como enseña San Pablo, ningún
cristiano tiene derecho a no trabajar y vivir a expensas de los
demás (2 Tesalonicenses 3:6-12). El apóstol Pablo
anima a los cristianos a trabajar y luego a compartir los frutos
con los demás que están en necesidad.

Doble
dimensión

El compendio intenta profundizar en lo que significa el
trabajo para cada persona. Tiene
tanto una dimensión objetiva como subjetiva. Su
significado objetivo hace referencia al área de
actividades, instrumentos y tecnologías que se usan para
producir cosas. Mientras que el sentido subjetivo está
relacionado al trabajo como siendo la actividad de la persona
humana, que realiza el trabajo como parte de una vocación
personal. «Como persona, el hombre es por tanto el sujeto
del trabajo» (No. 270).

Este aspecto subjetivo del trabajo es vital para una
comprensión correcta de su valor y
dignidad. El trabajo no es simplemente la producción de
una mercancía, sino también la actividad de una
persona humana, cuya dignidad debe respetarse. El compendio
añade que la dimensión subjetiva debería
tener la precedencia sobre los aspectos objetivos, «porque
es la dimensión de la persona misma la que se implica en
el trabajo, determinando su cualidad y consumando su valor»
(No. 271).

El trabajo humano también tiene una dimensión
social, como una actividad individual que se conecta con la de
otras personas. «Los frutos del trabajo ofrecen ocasiones
para el intercambio, la relación y el encuentro»
(No. 273).

Trabajo y
capital

Cuando llega al tema del entendimiento de la relación
entre trabajadores y los elementos materiales de la
producción (capital), el compendio repite la importancia
de conservar en primer lugar el concepto del
trabajo como una tarea subjetiva o personal. De hecho, en la
economía moderna el texto observa
que hay un reconocimiento creciente del valor del «capital
humano» como un recurso importante en la
producción.

Pero, mientras se mantiene el principio de la prioridad de la
persona humana, el trabajo y el capital deberían existir
en una relación de complementariedad, añade el
Compendio. Cada uno necesita del otro y sería
erróneo exaltar uno y olvidar la contribución del
otro.

A este fin el compendio anima a la cooperación entre
trabajo y capital a través de medios como la
participación en la gestión, propiedad y
beneficios. Esto puede ser más fácil en el mundo de
hoy, dado que el
conocimiento humano es un factor muy importante en la
economía.

En cuanto a la colaboración entre trabajo y capital el
texto defiende el derecho a la propiedad privada, aunque
también llama la atención sobre la importancia de ponerla al
servicio de todos. Tanto la propiedad privada como la
pública, «deben orientarse a una economía de
servicio a la humanidad» (No. 283).

Salvaguardar los
derechos

Una sección del compendio se dedica a explicar
cuáles son los derechos en el área del trabajo
humano. Para empezar, «el trabajo es un derecho fundamental
y un bien para toda la humanidad» (No. 287). Se necesita el
trabajo para llevar adelante una familia y el desempleo trae
consigo muchos problemas
sociales. Lograr el pleno empleo, por tanto, sigue siendo un
objetivo económico clave. Un importante medio para llevar
a cabo esto es proporcionar una adecuada educación, que
continúe a lo largo de la vida laboral, de
manera que las personas puedan encontrar un empleo adecuado.

El estado
tiene un papel que jugar en esto, pero el compendio es cuidadoso
en establecer que esto no significa que los gobiernos deban
directamente emplear a la gente para proporcionar a todos un
puesto de trabajo. El deber del estado es animar la actividad
económica creando las condiciones que conducirán a
oportunidades adecuadas de empleo.

Con la creciente globalización de la economía, el
compendio también recomienda que los gobiernos cooperen
unos con otros para salvaguardar el derecho a trabajar y atenuar
las subidas y bajadas del ciclo económico. Otra responsabilidad es cuidar de la familia.
Las empresas, los
sindicatos y
el estado deberían promover políticas
que apoyen la familia.

Otros temas tratados en esta
sección se reparten en temas como la mujer y los
hijos, la protección de los inmigrantes y de los
trabajadores agrícolas. Los derechos de las mujeres
deberían respetarse y no es aceptable la discriminación contra ellas, especialmente
en cuanto a sueldo y seguridad social.
El trabajo infantil, continúa el texto, «constituye
una clase de
violencia que
resulta menos obvia que otra pero no es por esta razón
menos terrible» (No. 296). Aunque es cierto que en algunos
países los ingresos
obtenidos por los niños
son importantes para las familias, sin embargo esta
explotación constituye una seria violación de la
dignidad humana.

Cuando pasa a desentrañar derechos más
específicos, como el justo salario, el
compendio recuerda que «los derechos de los trabajadores,
como todos los demás derechos, se basan en la naturaleza de
la persona humana y en su dignidad trascendente» (No.
301).

Ir a lo global

La última parte del capítulo sobre el trabajo
trata de algunos desarrollos recientes en el mundo del trabajo.
La globalización ha traído consigo muchos cambios,
y es importante recordar que junto con este proceso el
mundo también necesita «una globalización de
salvaguardas, un mínimo esencial de derecho y equidad»
(No. 310).

Una economía construida no ya sobre una base industrial
sino sobre los servicios y
las más novedosas tecnologías trae consigo muchos
cambios para quienes trabajan, y algunos ajustes
difíciles. Para afrontarlos el compendio recomienda evitar
el error de insistir en que los cambios ocurran de una
determinada manera. «El factor decisivo y la referencia de
esta compleja fase de cambio es una
vez más la persona humana, que debe seguir siendo la
verdadera protagonista de su trabajo» (No. 317). Humanizar
el trabajo, ahora a una escala
planetaria, es la siguiente meta.

 

 

 

 

Autor:

Félix Rodríguez Isidro

Partes: 1, 2
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